Amanda Knox

El año 2007, la ciudad de Perugia (Italia) se convertiría en el punto de mira de un Reality Show marcado por un crimen. Amanda Knox, una estudiante de Erasmus protagonizaría las dos caras de una acusada de asesinato: Culpable o inocente, un misterio aún sin resolver.

Erasmus, un destino incompatible

Amanda Knox, procedente de una familia acomodada de Seattle, tenía 20 años cuando, a través de un programa de Erasmus, se traslada a Perugia para completar su formación universitaria. En la ciudad italiana comparte piso con varias estudiantes, entre ellas, Meredith Kerche, una estudiante británica de 21 años con la que no logra empatizar. La joven estadounidense compagina sus estudios con un trabajo como camarera. Sus frecuentes salidas mezcladas con alcohol, drogas y promiscuidad parecen no agradar a su compañera inglesa. En la casa compartida cohabitan dos perfiles de personalidad opuesta.

Halloween, una noche de terror y sombras

El 1 de noviembre de 2007 Meredith es violada y asesinada con 46 puñaladas y Amanda Knox se convierte en la principal sospechosa. Se comprueba entonces que la compañera americana mantenía una relación con un joven italiano (Raffaele Sollecito) desde hacía una semana y que le sirve de coartada. Amanda tenía la noche libre en su trabajo y confesó haber pasado la noche junto a su nueva pareja.

Cómplices

Las evidencias biológicas (ADN) y físicas (arma homicida) demuestran su implicación junto a la de dos cómplices; Raffaele y Rudy Guédé, un traficante procedente de Costa de Marfil. El móvil podría haber sido sexual. Al parecer, la joven americana y su pareja entraron en la casa compartida junto con el marfileño con el fin de hacer partícipe a la víctima de una orgía de sexo y drogas. Se especula con que fue asesinada por miedo a ser denunciados tras ser violada. Sin embargo, las declaraciones de los supuestos implicados parecen contradecirse incurriendo incluso en la acusación contra el jefe del bar donde trabajaba Amanda.

Sentencia intermitente

Amanda fue sentenciada a 26 años de cárcel, Raffaele a 25 y Rudy a 16 años por complicidad en el asesinato. Sin embargo, debido a las irregularidades por parte de las autoridades italianas durante la investigación del caso, la pareja es puesta en libertad en 2011. Dos años después, el Tribunal Supremo anula la absolución, pero vuelven a ser condenados hasta que en 2015 el Tribunal Supremo les otorga la absolución definitiva. 

Este periplo de cambios de sentencia creó aún más confusión en la opinión pública, dividida entre el apoyo y la condena. Los medios de comunicación emprenden una campaña sensacionalista que convierten a la acusada en una estrella mediática, situación que le reporta grandes beneficios económicos, concediendo entrevistas, escribiendo su autobiografía y protagonizando un documental que lleva su nombre.

Ángel o demonio

Amparada por un rostro dulce y su proclamación de inocencia resulta complicado averiguar la verdadera personalidad de Amanda. No obstante, podrían identificarse algunos rasgos de su perfil patológico, entre ellos:

● Falta de empatía: culpable o no, su frialdad durante el caso e insensibilidad denotaban una impasibilidad ante el destino de su víctima bastante sospechoso.
● Manipulación: el hecho de culpar a su jefe, fingir episodios de consternación y utilizar su angelical físico consiguió confundir a jueces, políticos y opinión pública, que la veían como víctima y no como verdugo.
● Narcisismo y egocentrismo: predisposición mediática y enriquecimiento personal sin escrúpulos junto con la acaparación de todo protagonismo. La víctima mortal pasó a un segundo plano.
● Megalomanía: la repercusión del caso alimentó su ego hasta ser el foco de atención de todos los medios de comunicación que cubrían su historia a nivel mundial.
● Adicción a las drogas: demuestran un carácter irresponsable e inconsecuente tras el que se esconde una personalidad débil.

En definitiva nos encontramos ante un caso complejo que rompe con los patrones de un asesino con un pasado delictivo, estatus social bajo y un entorno familiar conflictivo. Amanda era una joven agraciada física e intelectualmente, con apoyo económico familiar y con un futuro prometedor por delante. Un perfil alto que cuesta trabajo condenar.