David Berkovitz

Entre 1976 y 1977 la ciudad de Nueva York entró en pánico social a causa de los ataques de un asesino en serie que disparaba a discreción a jóvenes y adolescentes. Hubo 7 heridos y 6 muertos en apenas unos meses, producidos por las balas de un revólver del calibre ’44.

Lo que empezara de forma esporádica e inconexa, pronto se convirtió en un juego macabro en el que el asesino, David Berkovitz, tentaba con cartas a la policía y medios de comunicación a que le dieran caza.

Trauma infantil y desapego de la realidad

Richard David Falco Berkowitz fue un hijo no deseado nacido en 1953. Su madre biológica, debido al desencanto de su segunda pareja ante la perspectiva de un segundo hijo, lo dio en adopción marcando su personalidad para siempre.

Desde la infancia tuvo un comportamiento problemático, con tendencia a mentir y capacidad de invención. Su carácter tímido, depresivo y repleto de ataques de violencia desmesurados se vio agravado tras la muerte de su madre adoptiva cuando David tenía 14 años. La soledad se fue agudizando, sentía que no encajaba en una sociedad que le rechazaba y despreciaba y, para cuando su padre volvió a casarse, 4 años después, David sufrió un desdoblamiento completo de personalidad y de conciencia.

Tras eso, Berkovitz se alistó en el ejército, donde recibió entrenamiento militar y excedió como tirador. Una época que duró hasta 1974, momento en el cual volvió a una casa que le resultaba completamente extraña y a un sentimiento de absoluta alienación.

El hijo de Sam, todo era un juego

Tenía 23 años cuando asimiló su otra personalidad por completo convirtiéndose en un asesino en serie. Su propósito era matar por matar, impelido por visiones de pesadilla, como dejaba presente en las cartas que recibió la policía y varios periodistas.

Selecionaba sus objetivos al azar; se acercaba a parejas y grupos de jóvenes y habría fuego apuntando a la cabeza. Sus víctimas eran todos estudiantes que regresaban a casa por la noche después de clase o de algún evento cultural y, una vez decidía un objetivo, no disparaba a nadie más aunque lo tuviera a la vista.

Poco a poco, y a medida en que su autoestima fue creciendo, fue actuando con mayor seguridad y frialdad. Por fin le prestaban atención, la sociedad hablaba de él y le temía y, a partir de su sexto ataque, comenzó a dejar cartas dirigidas a la policía y los medios de comunicación.

Estas cartas demostraban la conexión entre los crímenes anteriormente cometidos y la profunda esquizofrenia paranoica que sufría. En estas cartas, David alegaba pertenecer a y estar dominado por el demonio, aunque en sus declaraciones más tardías reconocería que sus crímenes tenían un potente contenido sexual, fruto de su frustración con las mujeres y las relaciones.

La detención y sentencia

Tras el asesinato de la pareja Stacy Moskowitz y Robert Violante, Berkovitz fue identificado por una testigo dejando la zona del crimen. La policía fue a su casa el día siguiente, momento en el cual el criminal se entregó confesando sus crímenes.

Los informes psicoforenses y grafológicos dieron validez a la hipótesis de su esquizofrenia paranoica aunque, pese a alegar locura durante el juicio, fue condenado a 6 cadenas perpetuas.

La cárcel y Satán

En la cárcel llegó a sufrir un intento de degollamiento por parte de sus compañeros que le supuso 56 puntos en el cuello. Con el tiempo no obstante, el estado mental de Berkovitz ha sufrido una aparente mejoría y ahora es guía espiritual en la prisión en la que permanece internado.

Aunque algunos investigadores ligan a este personaje a la secta contemporánea de “The Children”, una de los grupos creados por Charles Manson (Link a la biografía de Manson), no hay pruebas de esta relación.