Henry Lee Lucas

Los años 60 supusieron para Texas el principio de dos décadas de matanzas sangrientas cuya cifra de víctimas mortales se calcula en torno a un millar. El autor, un criminal con uno de los perfiles más crueles y sangrientos de la historia reciente.

La infancia, aprendiendo de la crueldad

Podría decirse que la infancia de Henry marca el punto de partida de su actividad criminal. Nacido en 1936, con una madre prostituta y depravada, tuvo el mejor modelo de crueldad y maltrato. Abusos sexuales, maltrato físico y psicológico, asesinato de su padre inválido por su madre, alcoholismo… un contexto idóneo para moldear la mente de un criminal en potencia.

Impulso sexual y matricidio

La huella de violencia y manipulación psicológica que supuso su madre, fue generando en él un odio visceral por la imagen de la mujer. Si a eso le añadimos que su progenitora le vestía con ropa de niña para ir al colegio, el rechazo era inevitable. Así fue que su fuerte instinto sexual era aliviado con animales en vez de con mujeres, a los que mataba tras culminar el acto. La zoofilia, por otro lado, le otorgaba el poder que no lograba conseguir con seres humanos.

Después de la muerte de su padre se marchó de casa y comenzó su actividad delictiva. Fue encarcelado por robo y tras su liberación, cometió su primer crimen en 1959 liberando su deseo de venganza: asesinó a su madre y practicó con ella necrofilia. Este fue el principio de un destino sanguinario.

En 1975 sale de nuevo de la cárcel e intenta encauzar su vida teniendo una relación con una viuda con dos hijas. Sin embargo, su pulsión sexual le fuerza a abusar de las pequeñas hasta que probablemente aburrido, abandona a la familia. Su necesidad de estímulos lo colocó de nuevo en una vida errática en la carretera, en esta vida es donde conocerá al que sería su despiadado compañero criminal: Ottis Toole, un hombre con un perfil, con una mente deficiente (carácterística que también tenía nuestro protagonista) y mucho más fuerte que Henry.

Dos criminales en la carretera

A la pareja formada por Henry y Ottis le esperaban años de estímulos, cumpliendo con un extenso catálogo de filias criminales: piromanía, asesinatos depravados, zoofilia, necrofilia, infanticidio, snaf, pornografía… todas llevadas a cabo con una crueldad y sadismo máximos y con un leit motiv común, la insatisfacción sexual y la necesidad de aliviar su impotencia mediante la violencia y el abuso de poder.

La carretera se convertiría en su hogar. Vivían en un coche y se iban desplazando en busca de trabajos eventuales de breve duración. La inestabilidad de sus vidas iba trazando un destino en el que las consecuencias futuras les importaba poco. La larga lista de asesinatos cometidos, que podría ascender a un millar, es una prueba de que se sentían impunes a un castigo o que quizás sus impulsos imparables y la falta de inteligencia de ambos, no les permitía la reflexión ante los actos que cometían.

Fin del viaje como asesino en serie

El asesino en serie fue detenido por un tema ajeno a sus crímenes en 1983: por posesión de armas. Sin embargo la policía se encontró con el testimonio escalofriante del autor de centenares de crímenes sin resolver.
Comienza entonces un periodo que supondría un incremento a su autoestima al verse involucrado en la investigación de sus asesinatos. Colaboraba con la policía y los investigadores, les proporcionaba detalles sobre sus crímenes, múltiples crímenes cometidos a todo tipo de víctimas por todo el país; incluso confesó haber pertenecido a una secta satánica y haber contribuido al tráfico de niños para rodar películas snaf.
Se había convertido en una estrella mediática con un guión cada vez más sensacionalista que acumulaba una multitud de seguidores interesados por su despiadada carrera de asesino en serie. Henry es condenado a muerte después de confesar más de 1000 crímenes.
Ya en el corredor de la muerte un fiscal de Waco continúa interesado por realmente descubrir la realidad de su caso y comienza a cuadrar fechas, facturas y en general datos para comprobar la correlación de las confesiones de los crímenes con la realidad de cada uno de los casos. Henry no habría podido cometer la mayoría de esos crímenes por una imposiblidad incluso tan clara como encontrarse a miles de kilómetros o desconocer completamente los detalles de los crímenes. ¿Se había aprovechado la policía del delirio de un criminal demente para cerrar casos antiguos?
Finalmente Henry solo admitió el crimen de su madre y atribuyó a Tool el resto de los crímenes.

En 1990 Henry Lee Lucas fue condenado a 210 años de cárcel y 6 cadenas perpetuas, y murió en la cárcel por causas naturales en 2001.
Su historia fue llevada a la gran pantalla bajo el título Henry, retrato de un asesino.