Joe Metheny

Joe Metheny nació en Baltimore, Estados Unidos, el 2 de marzo de 1955. Este hombre, en apariencia trabajador y sencillo, escondía tras esa fachada una sombría vida criminal. Podría calificarse como uno de los mayores asesinos en serie de la historia.

Los orígenes de Joe Metheny

La infancia de nuestro protagonista estuvo rodeada de problemas familiares. Tenía otros cinco hermanos y todos vivían en una pequeña casa de la ciudad de Essex, en los alrededores de Baltimore. Su padre era alcohólico y apenas pasaba por casa. Además, cuando Joe solo tenía seis años, falleció en un accidente de tráfico. Su madre, para sacar a su familia adelante, doblaba turnos constantemente en el trabajo.

Al cumplir la mayoría de edad, Joe se alistó en el Ejército. Desde aquel momento perdió todo contacto con el resto de su familia. Llegó a combatir en Vietnam junto a su unidad de artillería y durante esos años comenzó a probar las drogas. La heroína le provocó una gran adicción. Cuando abandonó el Ejército, encontró trabajo como camionero.

La escalofriante historia del hamburguesero caníbal

A pesar de sus problemas, Joe Metheny consiguió formar una familia. Conoció a una mujer que también tenía problemas con las drogas y tuvieron un hijo juntos. Sin embargo, su trabajo le impedía pasar tiempo en casa, ya que solía hacer rutas de varios días en su camión. Un día, en 1994, al llegar a casa no encontró a su novia ni a su hijo de seis años.

Su primer pensamiento fue que le había dejado por otro hombre. Durante varios días recorrió lugares donde sabía que su pareja había comprado drogas en el pasado. Asimismo, visitó casas de acogida y zonas donde las personas sin hogar pasaban la noche. Aquí comenzó la masacre del asesino caníbal.

Primeros asesinatos

En la infructuosa búsqueda de su pareja, Joe fue debajo de un puente donde creía que podía estar. Allí vio a un par de hombres que pensaba que habían vendido droga anteriormente a su novia. Al interrogarlos, no obtuvo ninguna información y decidió matarlos con un hacha que llevaba encima.

En los alrededores había un hombre pescando. Como sospechaba que podía haber visto lo que acababa de suceder, Metheny decidió asesinarlo. Estos tres primeros cuerpos los lanzó al río y él continuó su búsqueda.

Breve paso por prisión

Los crímenes que cometió le hicieron pasar un año y medio en la cárcel mientras esperaba su juicio. Durante ese tiempo se enteró de dónde se hallaban su pareja y su hijo. Se habían trasladado a la otra punta de la ciudad junto a un hombre que, al parecer, la obligaba a prostituirse a cambio de drogas.

Sin embargo, la falta de pruebas por parte de la Policía obligó al juez a dejar en libertad a Joe. Por tanto, tenía vía libre para seguir buscando a su familia. Sabía en qué lugar estaba, pero aún no tenía su dirección.

Siguió empleando la misma táctica. Nada más salir de prisión fue en busca de respuestas. Se aproximó a una prostituta a la que preguntó por su novia. Al igual que había ocurrido anteriormente, siguió sin encontrar lo que buscaba. Nuevamente, asesinó a la mujer, no obstante, esta vez lo hizo tras abusar sexualmente de ella.

Cambio de planes

Para evitar que volvieran a vincularle con los asesinatos, Metheny se llevó a su víctima a su propia casa. Una vez allí, la desmembró y la guardó en el congelador. Todas las partes que no podía almacenar las llevó a la empresa en la que trabajaba como camionero para enterrarlas.

Esta técnica la repitió una y otra vez, al menos en diez ocasiones. Para deshacerse de toda la carne, ideó un macabro negocio. En primer lugar, mezclaba los restos de sus víctimas con carne de vaca y cerdo, de esta forma, disimulaba su sabor. Cuando conseguía una masa uniforme, hacía hamburguesas y las vendía en un puesto de venta ambulante que colocó justo frente a su casa. Años más tarde, dijo orgulloso que ningún cliente se había quejado nunca de su producto.

Al parecer, cada vez que se quedaba sin carne, el asesino iniciaba la caza de una nueva víctima a la que matar. Ya ni siquiera buscaba a su familia. Su último intento tuvo lugar el 8 de diciembre de 1996, dos años después de que tuviera lugar la primera matanza. Joe Metheny trató de abusar de una mujer llamada Rita Kemper. Por suerte para ella, consiguió zafarse de su secuestrador y avisar a la Policía. Los agentes acudieron a casa del asesino y lo detuvieron inmediatamente.

Confesión

El hamburguesero, como se le apodaría un tiempo después, no tuvo reparo en relatar todas las atrocidades que había cometido. Muchas de ellas ni siquiera pudieron ser probadas por los investigadores. La fiscalía solicitó para él la pena de muerte por sus crímenes y un jurado popular lo declaró culpable. Pese a todo, en el año 2000, el veredicto fue anulado y se sustituyó por una doble cadena perpetua por los dos únicos crímenes con los que se le pudo vincular.

Durante su juicio, el asesino confeso aseguró no sentirse culpable por lo que había hecho. Su único remordimiento tenía que ver con su mujer y su nuevo novio, puesto que se lamentaba de no haber conseguido encontrarlos para acabar con ellos.

Joe fue enviado al Western Correctional Institution, una cárcel de máxima seguridad ubicada en Cumberland, Maryland. Abrió sus puertas el mismo año de su detención y allí falleció el asesino 21 años más tarde, en 2017. Fue encontrado por los guardas de la cárcel inconsciente en su propia celda. Falleció por causas naturales.

La historia de Joe Metheny tiene matices que nos recuerdan hechos horribles como los sucedidos durante el Holocausto de los judíos. Sin embargo, tuvo lugar mucho más tarde y de una forma silenciosa y cruel. La falta de empatía hacia sus víctimas y su orgullo al confesar los crímenes hicieron pensar a los policías que habría seguido asesinando si no le hubiesen capturado a tiempo.