José Antonio Rodríguez Vega, el Mataviejas

José Antonio Rodríguez Vega es uno de los asesinos en serie españoles más conocidos de todos los tiempos. Acabó con la vida de al menos 16 mujeres mayores entre los años 1987 y 1988. Fue detenido el 19 de mayo de 1988 y condenado a 440 años de prisión.

José Antonio Rodríguez Vega nació en Santander el 3 de diciembre de 1957. Odiaba a su madre a la vez que sentía una atracción sexual hacia ella. Su carrera criminal comenzó por agresiones sexuales a mujeres. Era conocido como el ‘Violador de la Vespa’ debido a que huía en su moto después de asaltar a las mujeres.

José Antonio estaba casado con Socorro Marcial. Se esforzaba por ser un marido modelo aunque en realidad se dedicaba a violar a mujeres sin que nadie sospechara nada. En 1978 fue detenido por primera vez y condenado a 27 años de prisión, de los que solo cumplió ocho. Consiguió tal reducción de condena por su buen comportamiento en la cárcel y porque obtuvo el perdón de casi todas las mujeres que había violado. Su esposa le abandonó en cuanto se enteró de su doble vida.

Cuando salió de la cárcel, en 1986, José Antonio se volvió a casar, está vez con una mujer epiléptica. Sus vecinos y conocidos le consideraban una persona normal, amable y trabajadora. Se caracterizaba por tener rostro de buena persona. Nadie se imaginaba que tras esa apariencia se encontraba un violador que trasvasaría la línea y comenzaría a asesinar a sus víctimas.

Durante un año asesinó al menos a 16 ancianas. Accedía a las viviendas de las señoras ofrenciéndoles diferentes servicios: desde albañilería, chapuzas, seguros o hasta la instalación de puertas blindadas. Seguía a sus víctimas durante un tiempo para conocer sus necesidades y trazar su plan de ataque. Todos los asesinatos eran premeditados y cuidadosamente planificados.

Una vez dentro de la casa de sus víctimas se abalanzaba sobre ellas y las asfixiaba. Practicaba todo tipo de fantasías sexuales con sus cadáveres, las vestía y las arropaba en sus camas antes de marcharse para simular una muerte natural. Además, se llevaba siempre un objeto de cada víctima a modo de trofeo o recuerdo. Es decir, además de necrófilo era fetichista.

Continuó con su modus operandi hasta que cometió varios errores que acabarían delatándole. En la casa de una de sus víctimas la Policía encontró sangre; en otra de sus víctimas signos de violencia que descartaban la muerte natural y, por último, en otro de los casos se encontró la dentadura postiza de la anciana clavada dentro de la garganta.

La Policía dio con el autor de las asesinatos al localizar a la persona que parecía haber instalado una puerta blindada a la casa de la última víctima: José Antonio Rodríguez Vega. Cuando la policía registró su piso descubrió los objetos del resto de víctimas que guardaba como souvenirs en una habitación decorada en un rojo intenso. El Asesino de ancianas fue arrestado el 19 de mayo de 1988. Tras la detención confesó sus crímenes. El juicio se celebró en 1991 y el Mataviejas fue condenado a 440 años de prisión.

Los informes psiquiátricos lo consideraban un psicópata desalmado con perversión sexual múltiple. Tenía una inteligencia brillante y la frialdad clásica de los psicokillers.  Conservaba inalterado el sentido de la realidad y estaba en posesión de todas sus facultades mentales. José Antonio mostraba orgullo por los actos que había cometido y confesó actuar por odio a su madre y a su suegra.

Vega cumplió su condena en la cárcel de Topas, en Salamanca, donde murió apuñalado por dos reclusos el 24 de octubre de 2002. El asesino de ancianas se encontraba dando un paseo por el patio con tres compañeros cuando uno de ellos le atacó con una piedra dentro de un calcetín. Seguidamente, los otros dos compañeros le apuñalaron hasta 100 veces con un punzón. Llegaron a sacarle los ojos y masa encefálica. Ambos internos dijeron que le habían matado “porque la pena que llevaba aparejada el delito no estaba en consonancia”.