Lawrence Bittaker

Una caja de herramientas; dos protagonistas, Lawrence Bittaker y Roy Norris, y un apodo, el famoso asesino de la caja de herramientas (o asesinos) fueron el origen de una de las historias de terror más crueles de Estados Unidos. Torturas, violaciones y asesinatos perpetrados por dos exprisioneros fueron constantes durante un lapso de 5 años. Aquí relatamos el origen y la trayectoria de los dos compinches.

Primeros años

Con una infancia muy difícil, repleta de idas y venidas, altibajos y problemas, Lawrence Sigmund Bittaker fue abandonado y adoptado. Corría el 27 de septiembre de 1940 cuando en Pittsburgh, Pensilvania, nació el depredador sexual y asesino que será tristemente recordado en la historia negra del crimen mundial.

Después de ser abandonado cuando era muy pequeño, el matrimonio Bittaker lo adoptó. Los problemas comenzaron a partir de los 12 años, cuando despertó dentro de Lawrence la simiente de lo que años después conocería el mundo. En esa época, desobedecía, no quería ir a la escuela y dedicaba parte de su tiempo a delinquir. En una de esas ocasiones, cuando estaba a punto de cumplir la mayoría de edad, uno de esos robos terminó mal para él. Tras robar un vehículo, atropelló a una persona y se dio a la fuga.

Tras su detención, fue enviado a un centro especial de menores en reinserción. Vago intento. Tras su salida, en lugar de reinsertarse, nuestro protagonista siguió con sus acciones delictivas hasta pisar la cárcel en diferentes ocasiones.

En todos estos años, durante sus evaluaciones psiquiatras y psicológicas, fue diagnosticado con una personalidad hostil y manipuladora, además de sufrir trastornos de paranoia y psicóticos. Era el comienzo verdadero de la pesadilla. No reconocía ninguna responsabilidad sobre lo que hacía, se desconectaba de la realidad, tenía inestabilidad emocional, limitación social y un largo etcétera.

Su vida era un ir y venir de la cárcel hasta que cumplió los 34 años. A esa edad, nuevamente pisó la cárcel por un intento de homicidio y robo a un empleado de un supermercado. Ahí, en la prisión estatal de California, conocería a quien terminó por arrancarle la poca vida que tenía: Roy Norris. Roy fue su compañero de fechorías, un delincuente sexual que también cimbró las columnas de la historia policiaca.

Volvamos un poco atrás. Concretamente a 1948. Ocho años después de que Lawrence viera la luz, nació Roy. Él lo hizo en Greeley, en Colorado, un tanto distante, pero con historias de niñez algo parecidas. Desatendido por sus padres biológicos e influido por las drogas y la violencia de estos, terminó en centros de acogida en los que sufrió abusos sexuales.

También poco antes de cumplir la mayoría de edad, a los 17 años, su vida cambió radicalmente. Fue enviado a Vietnam, lugar en el que se volvió adicto a la marihuana y la heroína. A su vuelta en 1969, aún como parte de la armada, comenzó la historia sexual por la que comenzó a conocerse. Tras algunos sucesos de delincuencia sexual e intentos de violaciones, fue expulsado del ejército y diagnosticado con personalidad esquizoide severa.

Condenado en numerosas ocasiones en años venideros por atacar y violar a estudiantes en su mayoría, sufrió un arresto definitivo en 1975. Precisamente ese arresto le llevó a la cárcel de California, la misma en la que Lawrence Bittaker se encontraba. Ahí se forjó una terrible amistad.

El sadismo del asesino de la caja de herramientas

En una cárcel pueden forjarse historias de amor, de odio, de amistad profunda o incluso de compañerismo fatídico. Ese fue el caso de Lawrence y Roy. Descubrieron que congeniaban especialmente en una característica: el sadismo. Al salir de prisión, comenzaron su historia delictiva.

Se dice en los mentideros de la historia que los asesinos más crueles y despiadados suelen tener apodos. Lawrence y Roy, por supuesto, tuvieron el suyo, los asesinos de la caja de herramientas. Fueron apodados así porque, para sus asesinatos, violaciones y torturas, las cuales comenzaron con varios estudiantes, usaban herramientas como pinzas, alicates, llaves inglesas, picahielos o destornilladores, entre otras.

Solamente necesitaron cinco meses de 1979 para que Bittaker y Norris mataran a cinco adolescentes. El modus operandi consistía en secuestrar, torturar, violar y matar a sus víctimas en la montaña. La mayoría tenía entre 13 y 18 años de edad y eran secuestradas mientras caminaban o hacían autostop.

Posiblemente, los asesinos seriales pensaron en algún momento que no serían descubiertos. De hecho, como señalaban los análisis psiquiátricos de Bittaker, ni siquiera eran conscientes de lo que estaban haciendo y de su gravedad. Pero fue el más joven de los dos, Roy Norris, quien cometió un error infantil que derivó en su detención y condena. Tiempo atrás, se encontró con un antiguo expresidiario, a quien confesó algunos de los crímenes que estaba cometiendo junto a su compañero de fechorías.

El exreo, tras consultar con su abogado, puso en manos de la policía la información con la que contaba. Esta comparó, cotejó y estableció una relación entre ambos asesinos y la desaparición de las jóvenes. El 30 de noviembre de 1979, después de múltiples interrogatorios en los que ambos negaban los hechos, Roy, con una personalidad más débil, cedió y confesó. Por el contrario, Lawrence, más frío, calculador y menos empático que su compañero, no lo hizo.

Norris testificó contra Bittaker a cambio de no ser sentenciado a la pena de muerte. Los tribunales de Estados Unidos cumplieron con su promesa a Norris. Bittaker, ese despiadado asesino, fue condenado a muerte en 1981, pero murió en 2019 en prisión. Norris, por el contrario, sufrió una pena de 45 años. Murió poco después durante esta.

Conclusión

Se cuenta que Lawrence Bittaker era el líder de los asesinos de la caja de herramientas; que su violencia aumentaba con cada víctima a la par que su falta de empatía. Se cuenta que Roy Norris era frágil, pero despiadado en el plano sexual, su principal zona de confort. Hoy, después de que la vida no sonriera a ninguno de los dos, ambos purgan sus fechorías quizás en el infierno.