El viaje de Frederic Chopin a Mallorca: Una mirada a la vida del compositor

Frederic Chopin es uno de los grandes compositores de la historia. Sus piezas a piano aún son reconocidas en la actualidad por su calidad y técnica musical. Fue uno de los mayores exponentes del Romanticismo, y pasó una temporada en la isla de Mallorca. Pese a que fueron menos de 100 días, su estancia le sirvió como fuente de inspiración.

La estancia de Chopin en Mallorca: una fuente de inspiración musical

Chopin acudió a Mallorca, dado que padecía una enfermedad respiratoria, una tuberculosis que sería diagnosticada en la isla. Dada la debilidad de su salud, el autor viajó tratando de huir del frío parisino. Buscaba pasar lo más duro del invierno en unas tierras con mejores condiciones. Así, el 15 de diciembre de 1838 llegó con su amante, la escritora Aurore Dupin, quien escribía como George Sand, y los dos hijos de ella.

Pese a que la estancia no fue muy larga, se fue el 11 de febrero de 1839, dejó una fuerte impresión en el compositor del romanticismo. Durante el tiempo que estuvo en Mallorca, residió en La Cartuja de Valldemossa, un palacio en el que también residieron figuras como Jovellanos.

La llegada a Mallorca

La pareja viajó desde el sur de Francia hasta Barcelona y luego puso rumbo a Mallorca. Cuando llegaron a Palma, les costó encontrar un lugar tranquilo en el que residir. Se alojaron en una posada cercana al puerto, pero era demasiado ruidosa para el compositor. Sin embargo, a Chopin la ciudad le pareció muy atractiva y con un cierto toque exótico.

Asimismo, los jardines y los numerosos patios le daban a Palma de Mallorca un aire primaveral, pese a estar en invierno. Antes de dirigirse hacia Valldemossa, la pareja se dedicó a pasear por la ciudad y realizaron algunas excursiones en las inmediaciones. Fue entonces cuando el marqués de la Romana les invitó a visitar el palacio de La Granja. Su ubicación y la exuberante naturaleza que le rodeaba sorprendieron tanto a Chopin como a Sand.

Al final, acabaron por visitar el pueblo de Valldemossa durante una caminata en las montañas. Se alejaron de un camino para visitar una ermita y las vistas cautivaron a George Sand. Fue tal el impacto que le serviría de inspiración para escribir su siguiente novela. Luego acudieron a la Cartuja, donde descubrieron que podían alquilar una de las celdas.

La estancia en Valldemossa

Valldemossa se encuentra a 20 kilómetros de Palma de Mallorca, en la sierra de Tramuntana. Tanto el compositor como su pareja y los hijos de la escritora permanecieron en una celda que aún se conserva. Disponía de tres habitaciones y un jardín repleto de limoneros, tal y como describió Sand. En cuanto a Chopin, a él la cartuja le parecía encantadora y que estaba enclavada en el país más bello del mundo.

Se encontraba cerca del mar, rodeado de olivos milenarios, limoneros y palmeras. Además, se trata de un lugar en el que espíritu del romanticismo se notaba en su plenitud. En las inmediaciones de la cartuja, Chopin podía visitar una mezquita en ruinas y una iglesia de tiempos de las cruzadas.

Pese a que estuvo poco más de 90 días, Chopin transportó un piano hasta Valldemossa. La enfermedad y el largo trayecto desde París no iban a evitar que siguiera componiendo durante el tiempo que permaneció en la cartuja y trabajó en varias obras. Algunas de ellas fueron la segunda Balada en fa mayor, el tercer Scherzo en do sostenido menor o una de las Polonesas.

El piano, fabricado por Pleyel, se quedaría en Valldemossa, donde todavía se conserva en perfectas condiciones. No se lo llevaron debido a que era difícil de transportar y a que la pareja tenía que pagar costosas tasas aduaneras. Por suerte, los banqueros de Palma, Bazile Canut y Hélène Choussat de Canut, le compraron el instrumento.

El final del viaje

La estancia en Mallorca fue de provecho tanto para Chopin como para Sand. Ambos avanzaron en sus respectivas obras, pero los problemas terminaron por llegar. El clima del lugar no era tan benigno como esperaban, ya que las lluvias y el frío les incomodaban. Además, la ausencia de vida intelectual en la zona hizo que no se llevaran bien con los lugareños.

La relación entre Chopin y Mallorca terminó en febrero de 1839 con un empeoramiento de su salud. Aún faltaba una década para su muerte, pero la tuberculosis le pasaba una pesada factura. Ante esto, un clima que no esperaban y la falta de alicientes sociales, la pareja decidió poner rumbo de vuelta a Francia. Pronto partieron hacia Barcelona y luego a Marsella, donde pasarían la primavera.

No obstante, la estancia dejó una fuerte impronta en el compositor, quien usaría los recuerdos como inspiración. Gracias a la visita a la isla, creó su segundo Preludio con base en las horas más oscuras que pasó en Mallorca. También reflejarían su soledad, que quedaría representada en 24 variaciones que iría componiendo con el paso del tiempo.

Mientras estuvo en Marsella, echó en falta el exotismo de Mallorca, aunque desdeñaba a sus habitantes. Los tildaba de rudos y salvajes, a quienes comparaba con los marselleses. De estos últimos, Chopin decía que eran acogedores, cálidos y cantarines.

Por el lado de George Sand, la escritora dejaría constancia de sus vivencias en un cuaderno de viaje. Titulado como Un invierno en Mallorca, relata la estancia de la pareja. En sus hojas se pueden encontrar partes en las que se destacan los puntos más oscuros. Les parecía que la comida era cara, que había mucho cerdo o que los campesinos eran desagradables. En cuanto al lugar, destaca la belleza arquitectónica y la de la naturaleza de la isla.

Frederic Chopin moriría diez años después, en 1849, debido a la tuberculosis que ya padecía en su viaje a Mallorca. Más allá de los rigores del invierno, la lluvia y la escasa vida intelectual, la estancia de menos de 100 días consiguió inspirar al compositor. Sin la estancia en Mallorca, su música no hubiera sido la misma.