Lo que unió a Hitler, Franco y Mussolini

Adolf Hitler, Benito Mussolini y Francisco Franco son -sin duda- tres personajes imprescindibles para comprender qué ocurrió en Europa y, por extensión, en el resto del mundo durante el siglo XX. Emergieron del periodo de entreguerras y se caracterizaron por imponer en sus respectivos territorios una ideología totalitaria y una economía dirigista. Sin embargo, históricamente se ha puesto más énfasis en diferenciarlos en lugar de analizar lo que les unía.

La firma del Tratado de Versalles fue el germen del movimiento fascista. Hitler y Mussolini ascendieron al poder gracias al descontento en sus respectivos países, Alemania e Italia, ocasionado por los acuerdos de paz de la Primera Guerra Mundial. Más tarde, el anticomunismo incorporaría al general Franco al grupo. Tanto ‘Il Duce’ como el ‘Führer’ fueron líderes de masas. Franco, por su parte, ascendió al cargo mediante una acción bélica. No obstante, los tres se consideraban a sí mismos “hombres de destino”, es decir, a su juicio, padecían un férreo sentido del deber y lo justificaban con la búsqueda de la gloria propia y de su país.

El enemigo era el marxismo. Combatirlo nacional e internacionalmente era prioritario para todos. Así, el destino les hermanó en la Guerra Civil española (1936-1939). Franco se había levantado contra la Segunda República -el gobierno del Frente Popular era de corte socialista-, entre otros asuntos, por considerarle un rebelde, ambicioso y de poco fiar. En este contexto también se fraguaron las tensiones que terminarían derivando en la Segunda Guerra Mundial, ya que la Unión Soviética (URSS) se puso del lado republicano.

Además del sentido del deber y combatir el marxismo, existieron otras características que dictaron el camino de los tres mientras permanecieron en el poder. Son las siguientes:

Totalitarismo

Sus regímenes adoptaron una ideología unitaria. El movimiento social iba en una sola dirección y las libertades estaban seriamente restringidas. El Estado acaparaba todo el poder y la figura del líder ofrecía la connotación de guía espiritual.

Xenofobia

El rechazo absoluto a determinados grupos raciales o sociales fue piedra angular de la Alemania nazi. Se construyó una amalgama doctrinal a partir de fuentes mitológicas, literarias y de carácter romántico. Por ejemplo, “la solución final” fue el plan que trazaron los nazis con el objetivo de exterminar a todos los judíos que habitaban en Europa. Franco y Mussolini no fueron tan fieles a esta idea como lo fue Hitler, pero practicaron un fuerte rechazo a determinados conjuntos, incluidos los semitas.

Militarismo

Igual que sus sistemas políticos giraron en torno a su figura. Hitler, Mussolini y Franco se apoyaron en el ejército para establecer sus reglas. En este sentido, Franco fue el militar más importante pues ya era general cuando se autoproclamó caudillo de España. El ‘Führer’ solo llegó a alcanzar el rango de cabo y Mussolini huyó de Italia para librarse del servicio militar obligatorio.

Violencia

Todos emplearon colectivos radicalizados para imponerse por la fuerza. Los camisas negras en Italia, las SA y las SS en Alemania y, por último, los falangistas en España. Rendían culto a la virilidad, la fuerza física y creían necesaria la guerra y la constante beligerancia. Su objetivo era dar palizas, sembrar el terror y, llegado el caso, asesinar a los que disentían con el movimiento.

Acaudillamiento

Ninguno de los tres permitió que nadie le hiciera sombra a su autoridad. Mussolini se las tuvo con Dino Grandi. Hitler se quitó de encima a Ernst Röhm y las SA en “la noche de los cuchillos largos”. Y Franco le ganó la partida a Queipo de Llano y Goded, incluso se especuló con la autoría de los accidentes aéreos que terminaron con las vidas de José Sanjurjo y Emilo Mola.

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