5 de las películas favoritas de Manoel de Oliveira

El día 02 de abril de 2015 nos dejaba, a la friolera de 106 años de edad, Manoel de Oliveira, uno de los cineastas más importantes del siglo XX y, seguramente, el director de mayor proyección internacional de su país, Portugal. Para seguir recordando al maestro luso, desde SundanceTV hemos escogido 5 de sus películas favoritas, entre las 10 que enumeró para la revista Sight & Sound. Y si algo demuestra esta selección es que el conocimiento de los clásicos tiene mucho que ver con la capacidad de innovar y forjarse una voz propia dentro de cualquier arte.

El acorazado Potemkin, de Sergei Eisenstein (1925)

¿Qué más se puede decir que no se haya dicho ya de una de las obras maestras más indiscutibles del séptimo arte? La recreación del suceso histórico del motín de la marinería del Potemkin, harta de las condiciones infrahumanas en las que vivía, ante la indiferencia o la connivencia de los oficiales, sigue siendo a día de hoy uno de los ejemplos más magistrales del valor narrativo, dramático y simbólico del montaje. La secuencia de la escalinata de Odesa es de antología. Si no has visto todavía este filme, ¿a qué estás esperando para a hacerlo?

La pasión de Juana de Arco, de Carl Theodor Dreyer (1928)

Una de las obras maestras que jalonan la filmografía del realizador danés, narra los últimos días de la vida de Juana de Arco y su cruel ejecución. Interesada en la descripción de las pasiones humanas en general, y en la actitud de las personas ante el sufrimiento en particular, la película tiene un desarrollo pausado y focalizado en los primerísimos planos de su protagonista, una inolvidable Maria Falconetti, a través de los cuales se llega a una de las máximas cumbres de la emotividad y del desgarro vistas en pantalla.

El delator, de John Ford (1935)

Historia de desesperación, traición y culpa de resonancias bíblicas, se centra en la delación de Gypo (Victor McLaglen), un gigantón de pocas luces y aficionado a beber, de su amigo Frankie (Wallace Ford), miembro del IRA sobre el que pesa una cuantiosa recompensa. Con una fotografía en claroscuros y una ambientación tétrica, muy influenciada por el expresionismo alemán, el filme retrata con el buen hacer que caracteriza a Ford el conflicto moral y el patetismo de su protagonista.

Te querré siempre, de Roberto de Rossellini (1954)

Rodada sin apenas guion, la mínima anécdota que articula esta película –el viaje a Nápoles de un matrimonio inglés, Alexandre (George Sanders) y Katherine (Ingrid Bergman), para liquidar la propiedad de una villa que han heredado– apuntala una lúcida reflexión sobre los lazos de pareja, así como indaga en la esencia misma del arte en tanto representación de la realidad. Por su ausencia de narratividad temporal, su inicio y su final abiertos y la relación sentimental, que no lógica, entre los personajes y los espacios es considerada por muchos la primera película moderna de la historia.

Playtime, de Jacques Tati (1967)

Cerramos nuestra selección con el único filme en color que De Oliveira escogió entre sus 10 películas de cabecera. Quintaesencia del humorismo visual y hierático de su autor, Playtime es una ingeniosa sátira sobre la modernidad, construida mediante una sucesión de secuencias ambientadas en un París imaginario y ultra cool, construido ex profeso para la ocasión, y cuyo único nexo en común es la presencia del patoso e icónico Sr. Hulot (Jacques Tati) y de Barbara (Barbara Dennek), una joven turista americana.

El antepenúltimo mohicano

Park City, Utah.

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