Las 5 mejores películas antibelicistas

Aún con la resaca de unos premios Goya reivindicativos que parecen no haber convencido demasiado, recordamos que hace 15 años de una de las galas más sonadas, de la historia de estos premios. El de 1 de febrero de 2003 Los lunes al sol, de Fernando León de Aranoa, se llevaba varios cabezones a casa en un espectáculo conducido por Animalario marcado por el rechazo de la industria a la guerra de Irak. El estruendoso y rotundo No a la guerra se convirtió en el protagonista de la primera gala en la que nos preguntamos sobre los límites de la reivindicación en la gran fiesta del cine. Con motivo de esta efeméride, aprovechamos para reseñar las 5 mejores películas antibelicistas.

Sin novedad en el frente, de Lewis Milestone (1930, EE.UU.)

Si hay una película que rompió con esa visión romántica e idealizada que el cine daba sobre la guerra, esa es Sin novedad en el frente, de Lewis Milestone. La historia de un grupo de estudiantes enviados al frente en la Primera Guerra Mundial refleja el desencanto y el engaño que supone enfrentarse a la cruda realidad de las trincheras. Una historia que, aun a día de hoy, nos sigue alertando sobre el peligro de esos discursos patrióticos que enmascaran que la guerra no es más que hambre, miedo, dolor y, sobre todo, muerte. Como les dice Paul Bräumer a un grupo de exaltados alumnos, en la guerra “vivimos en las trincheras. Luchamos. Intentamos seguir vivos. Y a veces nos matan. Es todo.”

Los mejores años de nuestra vida, de William Wyler (1946, EE.UU.)

Con el permiso del gran Alain Resnais y esa joya que es Hiroshima, mon amour, puede que Los mejores años de nuestra vida sea la película imprescindible cuando hablamos de las heridas de la guerra. William Wyler lleva a la gran pantalla la adaptación de la novela escrita por el corresponsal de guerra MacKinlay Kantor para contar la historia de tres veteranos que regresan a casa con la convicción de ser tratados como héroes, pero se dan de bruces con una realidad bien distinta. La película arrasó en los premios Oscar del año 1947, llevándose 7 premios, incluyendo mejor película, mejor director y mejor actor para Frederic March.

Senderos de gloria, Stanley Kubrick (1957, EE.UU.)

El gran maestro Kubrick puso el dedo en la llaga con una película que, además de mostrar la dureza de las trincheras, pone de manifiesto la bajeza moral de los que están al mando de la guerra en elegantes despachos sin mancharse las manos. Generales que utilizan las muertes anónimas de soldados desconocidos para intentar satisfacer ambiciones personales y subir unos cuantos escalafones en la escala de mando. Profundamente antimilitarista, esta historia de un consejo de guerra en el que se acusa falsamente a tres soldados tras el fracaso de una operación militar en la Primera Guerra Mundial fue la primera gran película de Kubrick con la guerra como telón de fondo. Luego vendrían ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú y La chaqueta metálica, otras dos piezas clave en el cine crítico con cualquier tipo de conflicto armado.

La vaquilla, Luis García Berlanga (1985, España)

Dejando a un lado el falso y manido argumento de que el cine español solo habla de la Guerra Civil, sirva la inclusión de La vaquilla no solo como homenaje a uno de los más grandes directores de este país, sino también para reivindicar una cinta que, desde el humor cáustico y esperpéntico de Rafael Azcona, nos muestra lo absurdo de una contienda en la que cualquier artimaña es válida para sobrevivir. Luis García Berlanga narra la historia de cinco combatientes republicanos que planean infiltrarse en el bando sublevado para robarles una vaquilla y así arruinarles la celebración de la Virgen de Agosto y, al mismo tiempo, conseguir la comida que necesitan. Sin duda, una de las obras cúlmenes de la comedia española.

Vals con Bashir, Ari Folman (2008, Israel)

¿Quién se atreve a decir que desde la animación no se pueden tratar temas tan duros como la guerra? Ari Folman demuestra con el documental animado Vals con Bashir que las formas narrativas del cine son infinitas. Tras una noche en un bar en la que un amigo le cuenta una pesadilla recurrente relacionada con la Guerra del Líbano, Folman se da cuenta de que no recuerda nada de ese periodo de su vida, cuando luchó en esta contienda en el bando israelí. A través de entrevistas y visitas a antiguos compañeros y soldados, el director trata de rellenar los huecos que su memoria había decidido borrar. Una película que hurga en los recuerdos y las heridas de la guerra y que pone de manifiesto la importancia de que estas barbaries nunca caigan en el olvido.

 

Park City, Utah.

El antepenúltimo mohicano.

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