Manual de uso: ¿Qué encontramos en el cine de Mélanie Laurent?

El caso de Mélanie Laurent no es norma. Ya que, a su exitosa carrera como actriz, aupada por títulos como Malditos bastardos (2009), Beginners (2010), Enemy (2013), Ahora me ves (2013), Eternité (2016) u Oxígeno (2021) –es muy interesante que su filmografía estadounidense engulla su dilatada trayectoria en su país natal—, se une una fructífera aportación como directora, con seis largos de ficción, tres cortometrajes y un largo documental codirigido junto a Cyril Dion. Un buen bagaje para una profesional de tan solo 39 años.

Laurent, así, se une a nombres como Audrey Diwan o Julia Ducournau –ganadora del León de Oro y la Palma de Oro, respectivamente— dentro de un panorama de florecimiento en el cine francés. Que alimenta todos los espectros, tanto el comercial como el autoral, como ninguna otra cinematografía occidental. Aun con ello, y pese a tener un historial de enjundia, podemos añadir que la propuesta directoral de Laurent se encuentra en una fase primigenia, de experimentación. Esto justifica que la mayoría de ficciones se centren en las realidades juveniles en épocas concretas.

Este es el leitmotiv de una obra que presentamos, a grandes rasgos, a continuación.

Retrato de las pulsiones femeninas

Efectivamente, el cine de Mélanie Laurent se centra en contextos donde la mujer nace y se libera. Es el eje de su ópera prima, Les adoptés (2011), y, sobre todo, de su segundo trabajo, Respira (2014), que se convirtió en una de las pequeñas revelaciones de Cannes en su año. Un filme que narra la emancipación femenina de dos mujeres muy distintas que por avatares del destino y del deseo cruzan sus caminos. Con este filme, descubrimos a la magnífica Lou de Laâge –nominada al César por este rol—, junto Anamaria Vartolomei, el icono de la nueva generación de actrices francesas. Respira supuso la ratificación de Laurent como unas de las grandes realidades del cine europeo. Desde entonces, su carrera no ha dejado de ir en ascenso.

Juventud, divino tesoro

A los filmes anteriormente citados, se unen la fantástica Plonger –que pueden ver en SundanceTV—, Galveston (2018), El baile de las locas (2021) y la inminente The Nightingale (2022). ¿Qué tienen en común estas cintas? Pues que la mirada, aparte de femenina, suele ser idealista, fruto de la juventud de sus protagonistas. María Valverde, Elle Fanning –al cuadrado— y la citada Laâge encarnan a mujer que se enfrentan en los primeros años de su post-adolescencia a realidades, tanto sociales como románticas, para las que no están preparadas. Es por ello que el cine de Mélanie Laurent tenga esa vocación iniciática, de viaje experiencial que determinará la adultez de sus protagonistas.

El otro amor

En Respira, Laurent nos contaba los recovecos de un amor pasional pero a la vez tóxico. De cómo el romance se puede convertir en un paso laberíntico que erosiona los sentimientos. La fina línea entre el amor y la obsesión, encarnada en dos jóvenes que emprenden una huida hacia adelante. En Plonger asistimos a otra marcha, que rompe el núcleo familiar y, de paso, quiebra lo que parecía un amor icónico. César y Paz se aman, mantienen unas vidas laborales de ensueño, y fruto de todo ello nace un hijo, que altera el equilibrio. Una alteración de la que emergen preguntas, dudas y, sobre todo, dolor. En el amor no hay líneas fijas. Es tan maleable como nuestra propia consciencia. Y Laurent nos hace, a través de su cine, testigo de ello.

El antepenúltimo mohicano

@eamcinema | Park City, Utah.

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