Toma de la Bastilla

El 14 de julio de 1789 el pueblo de París asaltó la Bastilla, una fortaleza medieval de la ciudad que entonces era usada como prisión y arsenal. Luis XVI, atemorizado por el desbordamiento de los acontecimientos políticos desde mayo, concentró tropas en los alrededores de la capital. Las demandas crecientes de poder de la Asamblea Nacional, la destitución del ministro Necker y el alza constante del precio del pan crearon una situación explosiva. La mañana del 14 el pueblo y algunos soldados disidentes asaltaron Los Inválidos para conseguir fusiles y se dirigieron a La Bastilla en busca de pólvora. Ante las negativas del gobernador de la fortaleza recurrieron a la artillería para doblegar a los escasos defensores y la tomaron, liberando a los prisioneros y apropiándose de las armas. El hecho fue interpretado en todo el país como la caída de un símbolo del absolutismo y el comienzo de una nueva era.