Richard Cottingham

Richard Cottingham es considerado uno de los asesinos en serie más crueles de la historia. De hecho, ha sido recordado como “el asesino del torso” y como “el destripador de Times Square”. Estos dos apodos reflejan claramente la forma en la que trató a sus víctimas. A continuación, queremos contar su historia con todo lujo de detalles.

Sus primeros años

El 25 de noviembre de 1946, nació Richard Francis Cottingham. Lo hizo en el tan famoso como conflictivo barrio neoyorquino del Bronx. Eso sí, los estereotipos que rodean a este lugar no eran aplicables en su persona.

Dentro de lo que cabe, Richard Cottingham creció en el seno de una familia acomodada. Al contrario de lo que sucede con la mayoría de los asesinos en serie, su infancia fue absolutamente normal. Tampoco podemos hablar de ninguna disfuncionalidad en la relación que mantuvo con sus padres y hermanos.

No podemos tildar al joven Richard como la persona más popular del Pascack Valley High School. Sin embargo, nunca tuvo problemas para hacer amigos. Incluso, podríamos decir que era un buen estudiante. Sus principales pasiones fueron el atletismo y la colombicultura, es decir, la crianza de palomas.

El 3 de mayo de 1970, seis años después de graduarse, se casó con Janet. Logró la estabilidad económica a través de un empleo en la Metropolitan Life Insurance Company. Con Janet, tuvo tres hijos a lo largo de nueve años de matrimonio.

En 1979, Janet decidió divorciarse de Richard. ¿Cuál fue el motivo? Según ella, él tenía un problema de adicción al alcohol. También solía mantener sexo con prostitutas. Lo que no sabía su esposa, al igual que el resto de la humanidad, es que llevaba asesinando a mujeres desde 1967.

Richard Cottingham como el destripador de Times Square

Richard Cottingham asesinó por primera vez en 1967. Su víctima fue Nancy Vogel. Se trataba de una mujer de 29 años de edad. Primero, abusó sexualmente de ella en el interior de su coche y, después, la estranguló hasta que murió. Abandonó el cadáver y él nunca pudo ser relacionado con el crimen hasta que lo confesó varias décadas después.

El origen de sus apodos

Los apodos de “asesino del torso” y de “destripador de Times Square” se debieron a sucesos acontecidos mucho después. La historia sobre la que se fundamentan ocurrió en el 1979.

Una noche de 1979, los bomberos de Nueva York recibieron una llamada que alertaba de un incendio en un hotel próximo a Times Square. Cuando sofocaron el fuego y lograron acceder al interior del edificio afectado, descubrieron algo que les dejó estupefactos. En una de las habitaciones, había dos torsos calcinados.

Uno de los torsos pertenecía a Deedeh Goodarzi. Era una mujer nacida en Kuwait que ejercía la prostitución en Nueva York. El otro torso nunca pudo ser identificado.

Los investigadores no pudieron relacionar este asesinato múltiple con el de Nancy Vogel, pero sí con otro acontecido durante la Navidad de 1977. En aquellas fechas, los trabajadores de un hotel encontraron el cadáver mutilado de Mary Ann Carr. Le faltaban las piernas y los pechos. Además, tenía mordeduras en múltiples zonas.

La confirmación de que en Nueva York había un asesino en serie suelto llegó en 1980. A comienzos de aquel año, el torso de otra joven prostituta fue encontrado en otro hotel de la ciudad. El cuerpo también estaba mutilado y lleno de mordeduras.

La detención de Richard Cottingham

Tras este último asesinato, las autoridades policiales de Nueva York trataban de encontrar una pista que llevara hasta el asesino del torso. Sin embargo, Richard siempre supo cubrir muy bien su rastro. Su problema fue que, en mayo de 1980, se topó con una mujer que pudo brindar más resistencia que las anteriores.

Hablamos, en concreto, de Leslie Ann O’Dell. Richard Cottingham se la llevó a un hotel y, dentro de la habitación, comenzó a darle salvajes mordiscos. El asesino no consiguió que ella dejase de gritar. Finalmente, el personal del hotel entró en la habitación y le descubrió in fraganti.

La policía llegó y detuvo a Richard inmediatamente. También, incautó sus esposas, mordazas y demás enseres de tortura. Además, registró su domicilio. En él, los agentes encontraron pertenencias de las mujeres que había asesinado. Las guardaba a modo de trofeos. Durante el juicio, fue condenado a más de 100 años de cárcel sin posibilidad de obtener la libertad condicional. Nunca volverá a ver la luz del sol.

La increíble historia de Jennifer Weiss, hija de una de sus víctimas

La historia que aquí vamos a contar parece sacada de una obra de ficción, pero es real. Antes, citamos a una joven prostituta de 22 años llamada Deedeh Goodarzi. Fue una víctima clave para que la policía empezase a pensar que había un asesino en serie actuando en Nueva York.

La hija de Deedeh Gordazi se llamaba Jennifer Weiss y tuvo la valentía de entrevistarse con el asesino de su madre. Y no solo eso, sino que también trató de entablar una amistad con él. ¿Cuál era su objetivo? Lograr que Richard Cottingham confesase la autoría de otros crímenes pendientes de resolver.

Lo consiguió. Tras obtener todos los detalles sobre el asesinato de su madre, Jennifer Weiss recopiló información sobre, al menos, otros 75 casos sin resolver. Sin embargo, en un documental realizado recientemente en torno a la figura del asesino, él afirmó haber matado a 105 mujeres en total. Por desgracia, solo ha podido ser relacionado directamente con once de los casos.

Por ejemplo, en abril de 2021, Richard confesó uno de sus crímenes más atroces. Hacemos referencia a los asesinatos de Mary Ann Pryor y Lorraine Marie Kelly. Solo tenían 17 y 16 años de edad, respectivamente. Dijo haberlas atado y violado para, posteriormente, ahogarlas en la bañera.

Está claro que Richard Cottingham es uno de los peores asesinos en serie de la historia de Estados Unidos. Sin duda, el sacrificio de Jennifer Weiss ha sido clave para dar tranquilidad a los familiares de decenas de mujeres desaparecidas. Es una labor difícil de comprender, pero muy de agradecer.